La cuenca Lerma-Chapala, que desemboca en el lago de Chapala, es una de las más grandes del mundo. Tiene una extensión de más de 53 mil kilómetros cuadrados, pasa por cinco estados de México y toca a más de 200 municipios. Larga es su extensión, como larga es su lista de problemas: de los 19  que se han identificado que pueden afectar a una cuenca, esta tiene 15: contaminación por pesticidas, industrial y urbana; extracción excesiva de agua, pesca inadecuada e invasión de las zonas lacustres son apenas unos ejemplos. La lista de buenas intenciones para parar su deterioro no es corta, pero sus resultados sí lo son. Por eso, en 2023 se realizó el Simposio Internacional y Foro Público Cuenca Lerma-Chapala, organizado por el Instituto Corazón de la Tierra (ICT) y el Seminario Permanente de Estudios del Agua (Sea) del ITESO, que a la vuelta de un año tiene casi listo un plan de acción para intervenir la cuenca. 

El documento que se ha preparado de manera conjunta entre ambas instituciones lleva por título “Plan de acción de la cuenca Lerma-Chapala 2024-2034. Territorio y gobernanza ante el cambio climático” y es el resultado de los trabajos realizados en 2023, cuando se dieron cita en el ITESO cerca de 80 investigadores de diferentes países, especialistas en el tema de lagos y cuencas. Al dar la bienvenida a la presentación del plan, Alejandro Juárez, director del ICT, destacó el importante papel que ha jugado el ITESO desde el Sea para fortalecer la vinculación entre instituciones preocupadas por el cuidado del lago de Chapala y su cuenca. Recordó la realización del simposio y el foro, donde quedó de manifiesto que la resolución de los problemas de la cuenca “implica la colaboración y el trabajo conjunto para repartir, asumir y cumplir responsabilidades”. Producto de las mesas de trabajo, adelantó, se perfiló una lista de 114 propuestas de acción para resolver los 15 problemas que aquejan a la zona lacustre. 

Catalina Morfín, titular de la Dirección General Académica (DGA) del ITESO, habló sobre la colaboración con el ICT y dijo que el trabajo en red tiene un significado especial para las universidades confiadas a la Compañía de Jesús, que entienden esta labor como un proceso de discernimiento y colaboración conjuntas, así como de agendas comunes. “Asumir el trabajo en red implica soñar juntos y ver más allá de la cotidianidad y las fronteras”, dijo la académica y añadió que la colaboración de la universidad y la sociedad civil permite ampliar los alcances de los trabajos. Por otra parte, cuando ocurre en un ambiente de diálogo y pluralidad, permite erigir un Estado de derecho para favorecer la transformación del poder público. Finalmente, destacó que la universidad debe asumir el reto de contribuir a la consolidación de la sociedad civil “en un diálogo de tú a tú, tan necesario para la democracia”. 

En la apertura de la sesión también participó Sebastián Guzmán, del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza, quien celebró el plan de acción y dijo que “nos muestra que estamos apoyando los proyectos correctos”. 


 
Había una vez un lago… 

Luego de los mensajes de apertura, tomó la palabra Carlos Peralta, académico del ITESO, quien hizo una memoria rápida de lo que ocurrió el año pasado en el simposio y en el foro. Recordó que en el simposio se dieron cita 28 ponentes y se realizaron 10 mesas temáticas, de donde surgieron 108 propuestas relacionadas con la prevención y control de contaminantes; verificación y aplicación de sanciones; fortalecimiento institucional y diseño de mecanismos de participación. En el foro, añadió, se reunieron 77 participantes y se habló de proyectos en tres espacios concretos: las subcuencas Zula-Chapala, el área metropolitana de Guadalajara y la cuenca Lerma-Chapala. 

“El plan de acción busca plantear un horizonte temporal con un enfoque territorial, plantea proyectos prioritarios y estrategias para establecer responsabilidades. Ahora toca darle forma y adecuarlo”, concluyó Peralta. 

La presentación de las generalidades del plan corrió por cuenta de Alejandro Juárez, quien comenzó diciendo que “había una vez un lago majestuoso, antiguo, biodiverso, generoso… y amenazado”. Para explicar los adjetivos, recordó que el de Chapala es uno de los lagos más grandes, además de ser un “ecosistema lacustre muy rico y muy complejo”. Resaltó el hecho de que es uno de los más antiguos del mundo, con más de seis millones de años, y dijo que lo que hoy se puede ver es un remanente de un cuerpo lacustre que era 20 veces más grande. “No es casualidad que tanta gente haya habitado los alrededores del lago”.  

El plan de acción fue comentado por Felipe Valderrama, de la Fundación Humedales, de Colombia, y Raúl Pineda, del Centro Regional de Capacitación en Cuencas, de México. El primero celebró que el plan haya surgido de un consenso sobre la necesidad del manejo de la cuenca y dijo que contaba con una base participativa sólida. “Ojalá pueda formular y aplicar indicadores de impacto, para saber qué se está haciendo bien y qué hay que corregir”, dijo y cerró felicitando a las partes involucradas. “Les auguro un buen futuro”, dijo. 

Por su parte, Raúl Pineda también destacó la construcción colectiva del plan, su propuesta biocéntrica y de gobernanza y el hecho de que se enfoca en la conservación. Dijo que habría que complementar con la propuesta para pasar a un concepto de manejo integral de la cuenca, con una comprensión holística. 

Para finalizar, Juárez dijo que siguen trabajando en el plan con la intención de en tres meses tener listo el documento, que contempla dos apartados: la gestión del territorio, con tres componentes, diez líneas de acción y 40 acciones; y la gobernanza de la cuenca, con seis componentes, 17 líneas de acción y 70 acciones.  

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